martes, 18 de septiembre de 2012

PACO, EL PAVO REAL

Cuando yo era muy niña, los domingos por la mañana, mi padre, me llevaba a ver a un precioso pavo real, al que yo había bautizado con el nombre de Paco, sí así, Paco el Pavo, en un parque cercano a casa, soberbio, majestuoso, se paseaba dentro de una jaula enorme, verde, que se extendía a lo largo del parque, como una nave central, una jaula de finos barrotes, para que todos pudiésemos contemplarle sin problemas. Paco, vivía acompañado de su pava. Pero yo, sólo tenía ojos para él.
Mi padre se ponía de cuclillas, para estar a mi altura, para que mis ojos, que eran una copia de los suyos, se alinearan en la misma horizontal, y desde mi perspectiva y con su sabiduría mi padre me iba enseñando la vida del parque.

Cuando mi padre llegaba a casa, yo siempre corría a ayudarle, le daba un beso, le cogía la bolsa, que pesaba mucho, y la llevaba a la cocina. Pero un día no fue así, corrí hacia mi padre le di un beso rápido, le cogí de la mano, y no hubo ayuda con la bolsa, ni siquiera un ¿cómo estás? Le llevé corriendo al ventanal que daba al balcón, y allí, delante del cristal, seria, le dije: “Papá, Paco el Pavo ha venido a verme volando. Yo estaba aquí, y él se ha quedado mirándome desde el balcón y luego se ha ido volando”.
Mi padre, asombrado, intentó decirme que no pensaba que eso era posible, pero mi rostro y la tensión de todo mi cuerpo, hablaban sin palabras, y decían fuerte y claro: “Papá, ni te atrevas a decir que Paco no ha venido”. Entonces mi padre, comprendiendo……………..se limitó a comentar: “Bueno, la próxima vez que venga Paco, me lo dices”.
Yo esperé a Paco, muchas tardes, a la misma hora, allí, con mi manita de niña pequeña en el cristal, mirando el cielo, en el cuarto piso, esperando que Paco se posara de nuevo en mi balcón. Pero, Paco, no volvió.

Y los años pasaron, y un día de verano, me levanté, así contenta, animada, me puse mi falda roja, esa que llevo tan a gusto, con la que estoy tan cómoda, mis sandalias rojas, esas que no me duelen nunca, y esa camiseta que tengo que es genial porque nunca hay que plancharla. Así genial, cómoda y sin dolor, salí de casa una mañana, para hacer unas gestiones burocráticas, por una zona de Valencia, en la que yo no había estado nunca. Y al terminar el papeleo, decidí volver a casa paseando, me metí por unas calles que…….. bueno, empecé a mirar, y justo cuando pensaba volverme por donde había llegado hasta allí, vi unas palmeras, allí a lo lejos que insinuaban la existencia de una plaza, y me aventuré a acercarme hasta ella. Y justo cuando puse un pie en la plaza, justo al entrar, allí, ante mí, Paco, mi Pavo, se alzó.

Me quedé parada, maravillada, emocionada, y……………….
Pero empecé a fijarme bien, y……..
No era Paco, mi pavo. No.
Lo que se alzaba ante mí, era un grupo de palomas, formando un plano vertical, estructuradas en forma de abanico, revoloteando sus alas de interiores tornasolados. Entonces, lo comprendí, aquella tarde de mi infancia, no vino Paco mi Pavo Real a verme, sino un grupo de tornasoladas palomas, en plano vertical, formando un abanico, que por unos segundos se posaron en mi balcón y luego siguieron su camino. Y yo que tenía tantas ganas, tanta ilusión, de que Paco se acordara de mí, como yo de él, no vi palomas.

Yo que siempre había temido a las palomas, que me daban “cosa”, y que rodeaba los lugares donde ellas estaban para no tenerlas cerca, yo, ese día, cruce sin miedo aquella plaza, despacio, contenta, ellas compusieron coreografías volando a mi alrededor, y yo me sentí como una bailaora, como Sara Baras, como si ellas fuesen una prolongación del baile de mi vestido.

Atravesé la plaza, y allí las dejé, llegué al otro extremo, y me adentré paseando, despacio, por calles estrechas y oscuras, estrechas y húmedas, territorios desconocidos, mientras me relamía con mi alegría. Pero ¡Qué bonito!, ¡Qué mágico! Acababa de resolver un misterio de mi infancia.



  LIS  AMÉLIE.                Escrito el 9 de octubre de 2011.



2 comentarios:

  1. Hermoso, tierno y entrañable, como la autora. Sigo recordando aquellos días pero, desde otra perspectiva, ahora más bonita, más cercana. Felicidades Lis.

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    1. Gracias Dani. Me alegra que te guste. Precioso lo que me escribes.

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